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Una oportunidad magnífica…

Algunas ideas sobre migración, capitalismo y revueltas sociales.

I. INTRODUCCIÓN

Este texto deriva de cuestiones prácticas vinculadas a la celebración de una reunión del ECOFIN (ministros europeos de economía reunidos del 30 de septiembre al 1 de octubre) y de una manifestación de los sindicatos europeos (el 29 de septiembre) durante el campamento No Border en Bruselas (25 de septiembre-3 de octubre). Durante las discusiones, nos cuestionamos nuestra posición respecto a ésta cumbre.  Nuestras reflexiones fueron rapidamente a parar en “la” crisis actual y sus efectos políticos y sociales. Cuestiones sobre éstos efectos son finalmente la razón principal de éste texto, con la última semana de septiembre en Bruselas como fondo. Desde una posición radical contra las fronteras y por la libertad de movimiento, proponemos aquí algunas ideas sobre “el movimiento No Border”, sobre las relaciones entre antimigración y políticas económicas europeas, y sobre el actual florecimiento de las revueltas sociales. Ideas que apuntan a traer reflexiones, discussiones…y acciones.

II. SOBRE NUESTROS LÍMITES

El discurso producido por las diferentes vertientes de la lucha por la libertad de movimiento y contra la represión anti-migrantes, en sentido amplio, conecta  habitualmente las políticas migratorias con las económicas. En estos discursos podemos distinguir dos corrientes, entre una variedad de argumentaciones y posiciones contra las fronteras:

Dos corrientes

Por un lado, hay una corriente radical que puede ser definida como impulsora de un discurso de total libertad de movimiento y establecimiento, contra las fronteras, contra el estado y el capitalismo. Éste discurso, a menudo conectado a acciones directas, intenta encuadrar la lucha contra las políticas antimigratorias en una crítica al sistema capitalista. No obstante, el modo en que es expresado se reduce frecuentemente a una repulsa total de toda las estructuras capitalistas, y por lo tanto sólo llega a la gente ya convencida.

Por otro lado, podemos identificar una corriente más “moderada”, que pone más énfasis en el proceso de regularización de migrantes y en la oposición a los centros de detención. Éste discurso habitualmente llega a un punto muerto (pasa encima?)sobre la cuestión de vincular política y económicamente los marcos en que las políticas antimigratorias están integradas.

Paradoja

Nos damos cuenta que estos discursos diferentes tienen en común el centrarse principalmente en la represión contra lxs migrantes. La insistencia en este punto es entendible, es el aspecto más indignante de la situación de las migrantes, quienes asimismo lo consideran como la cuestión principal: salir del círculo de represión y poder tener una vida “normal”. Pensamos, sin embargo, que aquí está una apuntada  debilidad, un aspecto unidimensional del discurso “pro-migrante”. El manejo capitalista del trabajo migrante y su efecto en las cuestiones económicas y los derechos sociales ha sido empleado en muy raras ocasiones como argumento central en la oposición a las fronteras y en la lucha por la libertad de movimiento. Más aún, podemos considerar que el “poder europeo”, a pesar de su organizada y determinante responsabilidad en el control del movimiento migratorio, ha sido globalmente esculpado de críticas y acciones desde el movimiento No Border.

Dejar ésto de lado constituye desde nuestro punto de vista una paradoja: somos muchas para pensar que la gestión de las migraciones revela la verdadera cara del capitalismo y nos permite ver las futuras tendencias en los giros de nuestras sociedades (militarización de las fronteras y de la sociedad en general, desarrollo de las teconologías de la vigilancia, precarización del trabajo, destrucción de derechos sociales y libertad de movimiento y expresión,…). No obstante, es muy raro que, empezando por la cuetión de la migración, lleguemos a desarrolar discursos o acciones en torno a otros aspectos de la sociedad.

III. MIGRACIONES EN EL DESARROLLO ECONÓMICO Y SECURITARIO DE EUROPA

La migración existe en todas partes, internacionalmente o localmente, vínculada a guerras, trabajo o estudios, como resultado del cambio climático o encuentros. Muchas de nosotras no hablamos el lenguage de nuestras abuelas, no vivímos donde nuestros padres vivían y nuestros movimientos no se pararán aquí. “Migrantes” o “nativas”, las únicas señales identitarias en nosotras, están impresas en papel por el estado o en nuestras mentes por la publicidad o la televisión, identidades que nos son ajenas. La clasificación entre “migrantes” y “nativas” ya no tiene sentido. Sin embargo, las comúnmente llamadas “sin papeles” son particularmente migrantes, sus derechos son inexistentes, están forzadas a la clandestinidad y representan la figura del “extranjero”. El sistema capitalista las margina y aplica políticas dirigidas a ellas. Éstas políticas y sus vínculos con “el resto de la sociedad” es lo que nos interesa.

El desarrollo de las políticas migratorias europeas debe ser analizado en el contexto de la Unión Europea, que es de por sí el proceso de un sistema económico que abre sus fronteras laborales. Observando la historia de la UE y el proceso de ampliación que ocurrió a través de sus 60 años de existencia, podemos ver que el manejo capitalista de los movimientos migratorios está directamente vinculado a la situación económica. Periodos de crisis o de crecimiento económico pueden transformar las políticas migratorias radicalmente, lo que a su vez puede desencadenar enormes efectos en las políticas económicas y securitarias.

Las olas migratorias

En el siglo pasado, después de la segunda guerra mundial, la migración por motivos laborales comenzó a intensificarse. La primera ola migratoria importante, en los cincuenta y sesenta, fue constituída por una migración “industrial”, particularmente del sur de Europa, y otros países Mediterráneos a los países del norte. Treinta años depués, la caída del telón de acero provocó una nueva oleada de migrantes viniendo del este, atraída por la imagen de la “vieja y segura Europa”. Simultáneamente a éste proceso, el número de no-europeas, intentando entrar a Europa, se incrementa año trás año.

Podemos considerar una diferencia principal entre políticas migratorias en los cincuenta y aquellas de los ochenta en adelante. Por primera vez, industrias y minas necesitaban fuerza del trabajo numerosa y barata, lo que implicaba una migración relativamente “libre”. Como consecuencia, la desindustrialización, el final del pleno empleo y el incremento del desempleo masivo activó una restricción drástica de los condicionantes de la migración. Ésta diferencia en la gestión de los movimientos migratorios dejó a la vista los intereses económicos como el criterio principal usado por el sistema capitalista para definir su política migratoria.

Desde la arquitectura securitaria…

Hoy, en la ampliada UE, la arquitectura del sistema institucional europeo ha alcanzado una nueva dimensión y un nivel más alto en terminos de cooperación estatal (Dublin II) y procesos de seguridad. Desde el colapso de la Unión Soviética, las fronteras del “proyecto Europa” se han expandido y la Unión aprovechó su oportunidad para construir una arquitectura securitaria gigante, basada en el desarrollo de nuevas tecnologías y enormes posibilidades de financiación. A ésto le siguió en primer lugar la construcción de centros de detención y el incremento del control social a nivel doméstico. En segundo lugar, países como Italia, Grecia y España comenzaron a construir más y más mecanismos de defensa contra la migración, con la ayuda de la agencia europea Frontex. Éstos países constituyen la barrera interna final contra la infame “invasión de Europa”. Finalmente existe una externalización de las fronteras hasta los países Mediterráneos como Libia, Tunicia y Marruecos dónde fondos europeos permiten construir centros de detención y mejorar el control de sus fronteras. Las muertes en las fronteras, en el mar Mediterráneo, las condiciones de vida dentro de los centros de detención como Pagani en Lesbos, ya no son producto del interés de un país en  particular sino más bien son parte de la estrategia económica y migratoria europea.

…a la arquitectura del mercado de trabajo

Paralelamente a esta expansión de la represión y la militarización de las fronteras, somos testigos de la reconstrucción del mercado de trabajo. La parte más difícil para un gobierno es mantener el equilibrio para controlar efectivamente éste mercado. El gobierno recurre a la migración con dos objectivos económicos principales. Por un lado, intentan controlar la migración para responder a necesidades económicas, una migración limitada y especializada. Y por otro lado, utilizan la inmigración para promover la competencia entre trabajadoras, y desde ahí limitar las demandas sociales y desregular el mercado de trabajo.

Selección de los permisos de empleo (en función de las necesidades del mercado), flexibilidad laboral (trabajo no remunerado, trabajo a tiempo parcial), reducción de los salarios, ataques a los derechos sociales, destrucción de las pensiones, el siempre creciente precio del alquiler. Todas éstas dinámicas sólamente pueden ser vistas como una equiparación de las condiciones laborales de las trabajadoras locales al estatus que las migrantes conocen desde hace mucho tiempo, con el inconveniente extra de la clandestinidad. Éste es el objetivo de gobernantes e instituciones europeas. En primer lugar, las condiciones laborales y las prácticas sociales son aplicadas a las migrantes, legitimando éste estatus particular por el hecho de que son extranjeras sin ningún derecho. A continuación, las técnicas para gestionar la migración se amplían para el control de toda la población. Por supuesto en el corazón de ésta dinámica, está la argumentación pública de “los extranjeros improductivos y aprovechados”, designados responsables de todos los desastres económicos y sociales en nuestras sociedades.

U.E. : El camino a la cumbre

Estas estrategias de control de la migración/población dejan claro a dónde la U.E. se dirige: una política migratoria estable, estrechas medidas sociales (ahora y entonces, dependiendo de la situación de la economía interna) y un nuevo euronacionalismo promovido para alcanzar su lugar en el mercado global, encabezado por Alemania y Francia. El objetivo a largo plazo es liberalizar el mercado y tirar el “estado social”, para sobrevivir en la competición contra los “maestros de la opresión laboral” USA y China. Esta nueva ideología del euronacionalismo está basada en el desarrollo de un entendimiento histórico europeo tras la Segunda Guerra Mundial. La historia se da la vuelta para redefinir una nueva Europa que ha aprendido de las dos guerras mundiales y está en camino hacia una política “pacífica” de cooperación entre estados. Esta teoría se olvida la guerra social actual, la explotación de trabajodras y migrantes, y las guerras “humanitarias” en marcha y otras operaciones de “mantenimiento de la paz”, a través de la OTAN o no, desde diferentes países europeos sobre Serbia, Afganistán, Irak o Somalia.

Los últimos años han mostrado que este ambicioso proyecto es muy difícil de completar. En el plano político, el rechazo de una constitución europea por parte de algunos estados miembros dañó el “sueño europeo”. En el plano económico, la crisis financiera, que comenzó a principios del nuevo siglo, detuvó el crecimiento económico y reveló una vez los efectos de la competición mundial, sobreproducción y especulación. En este tiempo de crisis y (por ahora) fracaso de éstos objetivos, una de las preguntas principales es: ¿como harán los gobiernos estatales para compensar la gestión de “la amenaza financiera”?

IV. MIEDO Y PATRIOTISMO EN TIEMPO DE “CRISIS”

Han pasado dos años desde que los bancos y los mercados de valores comenzaron a colapsarse. Billones de euros han sido desperdiciados, bancos escogidos están siendo reinyectados con beneficios increíbles, otros continúan inestables, y la caída de los mercados de valores y del euro continúan. En un lapso breve de tiempo, la crisis del sistema financiero a llegado a ser una crisis de los estados. Después de hacer todo lo posible para salvar el sistema financiero, los gobiernos comienzan ahora a “hacer a la gente pagar”: Grecia, Romania, España, Gran Bretaña…Esta enésima crisis del capitalismo es, como siembre, una gran oportunidad para los gobiernos y las instituciones internacionales: los dichos planes de austeridad, que han sido aprobados o lo serán, son planes de destrucción social.

Planes de austeridad como desarrollo lógico

La primera oportunidad de la verdadera “gestión europea de una crisis”, después de la intervención del FMI en Rumanía, ha sido la crisis griega de endeudamiento del estado. El capital internacional, en la forma de UE, IMF, y el estado griego, intenta convertir el país en un campo de experimentación social para una nueva doctrina de choque. Muchos derechos sociales que han sido defendidos por las trabajadoras desde hace tres décadas, serán abolidos en dos años. El primer paquete de medidas votado el 6 de mayo por el parlamento griego muestra el camino a seguir: recorte en los salarios hasta el 30 por ciento, congelación salarial y de las pensiones en  el sector público. Estas medidas sobre los salarios preceden a un aumento del IVA y los impuestos especiales del tabaco, alcohol y apuestas. También habrá cambios en el sistema social: cortes en las pensiones y en los subsidios por desempleo, destrucción de la seguridad social. Los próximos paquetes de medidas están siendo preparados para el próximo año, bajo la estricta vigilancia de la “comisión de control”. El efecto de las políticas de austeridad acaban de empezar a producir sus efectos: recorte masivo de empleos, más y más trabajos a tiempo parcial y creacción masiva de empleo temporal.

Finalmente, los planes de austeridad impuestos bajo el marco de “la” crisis son ciertamente una nueva fase del proceso de precarización del trabajo, en aplicación de técnicas de control de la inmigración como medio de gestión poblacional. Lejos de ser mediadas excepcionales, estas reformas antisociales son la continuación lógica de las dinámicas que empezaron con la creación y el desarrollo del “proyecto” europeo. La especificidad de éstas medidas puede encontrarse en su escasa virulencia social y su integración en un marco político más y más racista y securitario, en un proyecto político basado en la gestión del miedo.

Políticas del miedo y patriotismo

Si observamos los discursos desarrollados por gobiernos, nos damos cuenta que justifican su gestión de la crisis con argumentos guiados por el miedo, con el extranjero como causa principal del miedo. El manejo del miedo como mecanismo de transformación social opera en diferentes maneras. Una manera es crear un miedo físico, basado en la figura de jóvenes migrantes delincuentes, para legitimar el desarrollo de las técnicas de control (presencia policial, cámaras, bases de datos,…) y estructuras de represión (construcción de prisiones y centros de detención, leyes de “libertad”, justicia rápida…). Este miedo se acoge a formas simbólicas, basadas específicamente en “diferencias insalvables” entre el Islam y el “estilo de vida occidental”. Controversias en torno a los hábitos normalizados como el modo de vestir (velo), sexualidad (poligamia), comida (Quick hallal, sacrificio de corderos), no son nada excepto manipulaciones creadas con el objetivo de mostrar la cercanía de una amenaza para las tradiciones occidentales y la superioridad de éstas frente al arcaico modo de vida musulmán. Además, se trata de crear un miedo económico basado en la escasez de trabajo y en la figura del migrante trabajador, con la idea de aceptar al final la desregularización del empleo.

Estas políticas del miedo son articuladas obviamente alrededor de la marcha de la crisis. Ya sea para invertir billones en bancos o para imponer reformas antisociales, los discursos gubernamentales no cambian: “En un contexto de crisis, los sacrificios son necesarios para salvar nuestro sistema”. Este llamamiento al patriotismo económico se convierte en un llamamiento al patriotismo cultural, en un discurso de identidad nacional, ante el peligro que la migración representa para nuestras sociedades. De esta manera, los gobiernos se presentan en defensa de los electores y canalizan el odio popular contra las desigualdades capitalistas hacia la figura de lxs migrantes, vistxs como lxs enemigxs económicxs, físicxs o culturales principales, tanto dentro como fuera. Este proceso intenta ocultar que las consecuencias de la crisis son iguales tanto para “nativas” como para migrantes: empeoramiento de las condiciones de vida e seguimiento intensivo de individuos no contributivos – despedidos, parados sin subsidio, migrantes detenidos y expulsados.

¿De la xenofobia al cosmopolitanismo?

Socialmente, podemos esperar que las reformas actuales produzcan efectos principalmente en dos direcciones: por un lado, un questionamiento de la institución y incluso tal vez del sistema capitalista; y por otro lado una recaída identitaria y apogeo de los sentimientos y discursos  xenofóbicos. Estas dos direccións pueden parecer contradictorias pero son a menudo complementarias. De una forma organizada, se materializan en el progreso de partidos políticos de derechas y del racismo dentro algunos sindicatos. A un nivel individual, la mezcla de sentimientos anti-institucionales y antimigratorios están extendiendose de una manera alarmante.  Aquí es donde está el reto principal y a la vez el peligro más grande para el movimiento No Border: en el riesgo del reforzamiento y anclaje de sentimientos xenofóbicos duraderos, en el riesgo de volver a una Europa nacional y nacionalista, más y más cerrada y racista.

Esta mezcla de sentimientos refleja una realidad de la que el movimiento No Border no puede evadirse: en nuestras sociedades, la migración y el modo en que se maneja representa habitualmente un punto de ruptura, la cristalización del debate para desprenderse finalmente del rechazo al otro. Este es el caso en el urbanismo (creación de suburbios y guetos), en la cultura (prohibición del velo), y en lo económico (aceptación de la competición nacional por el trabajo, pero sin las migrantes). Sigue siendo bueno afirmar que las migraciones y la mezcla de la población siempre ha tenido lugar, hoy éstos fenómenos han alcanzado un nivel que no se pueden obviar desde una posición política decente. Número de seres humanos en La Tierra, desigualdades sociales e internacionales del sistema capitalista, crecimiento de enormes megalópolis, desarrollo de vías de transporte, atracción de la supuesta sociedad del confort y de la tecnología de la propaganda – todo esto provoca migración y participa en el refuerzo de las desigualdades, que a cambio están generando tensiones. De ahí, ¿cómo en éste marco, o más bien fuera de él, desarrolar ciudades cosmopolitas, obtener una convivencia pacífica y fluída de culturas y modos de vida? La cuestión está abierta.

V. MOVIMIENTOS SOCIALES Y PERSPECTIVAS

Algunos piensan tener respuesta a esta cuestión. Mientras nosotras buscamos cosmopolitanismo, los gobiernos juegan con las tensiones entre comunidades y azuzan en el miedo al otro. A pesar de esto, comenzamos a ver el desarrollo de movimientos sociales que se oponen a las políticas económicas del estado, por ejemplo en Rumanía y en Grecia. En Grecia un movimiento heterogéneo con diferentes objetivos políticos ha protestado contra los planes de austeridad del gobierno, FMI, y UE. El mayor éxito de esta movilización, controlada principalmente por los sindicatos socialdemócratas, fue el 5 de mayo, cuando cientos de miles de personas en toda Grecia participaron en las manifestaciones más grandes desde el final de la dictadura griega en 1974. Trabajadores públicos o del sector privado, anarquistas, estudiantes, y también migrantes participaron del gran asalto al parlamento. Durante las olas de ataques al parlamento un mensaje chocante a través de los mass media: tres personas murieron en la quema del Marfin-Bank. Este evento parlizó al movimiento y el seis de mayo el parlamento pudo votar tranquilamente el primer paquete de medidas. Por toda Grecia, discusiones, en círculos anarquistas y fuera de ellos, abiertas sobre las prácticas militantes y la heterogeneidad del movimiento. El día del 5 de mayo mostró lo que puede llegar a ser un movimiento social, pero también como un movimiento puede paralizarse en un momento dónde cambios sociales radicales son posibles… De momento las predicciones son difíciles, pero una cosa es segura: el gobierno griego continuará metiendo medidas de austeridad y lo más probable es que vuelva a encontrarse con protestas. En una perspectiva global, podemos afirmar que en los últimos años los movimientos sociales europeos a menudo quedan encerrados en una lógica de defensa de los derechos sociales existentes, lo que hace difícil para ellos ampliar su crítica más allá de la oposición a una reforma particular y considerar otras soluciones que las que son ancladas al marco histórico del estado-nación. Es en realidad uno de los mayores retos del movimiento Griego: abandonar las perspectivas nacionales y aspirar a una reforma democrática del sistema.

Encontrar lo común para abandonar las identidades nacionales

Para alcanzar que las revolucionarias sociales dejen atrás sus identidades nacionales, es importante abandonar el aislamiento del movimiento No Border, para crear vínculos con actores de luchas pendientes. Obtener este resultado implica subrayar el manejo de las migraciones en los lugares donde los efecto de la crisis se hacen sentir y se discute sobre ellos: en los espacios de discusion sobre luchas (asambleas, publicaciones, webs, ocupaciones y también sindicatos) y en la casa y el lugar de trabajo (suburbios, escuelas, universidades, empresas). Bajo esta perspectiva, hay verdades sencillas que siempre merece la pena recordar. Primero que la migración ha existido siempre y siempre existirá. El proyecto de pararlas sólo puede provocar prácticas “bárbaras” e “inhumanas”, incapaces de detener los movimientos migratorios. Además, es obvio que incluso la deportación de todas las “sin papeles” no traerá de vuelta el pleno empleo ni subirá los sueldos. Tanto el desempleo como la bajada de salarios o el recorte de derechos sociales, nunca son el resultado de la presencia de migrantes, son una parte integrada del sistema capitalista. En otras palabras, los movimientos de lucha contra las reformas antisociales europeas no ganaran nada de una oposición a la migración. Por el contrario, encontrar lo común entre migrantes y gente local, lograr unir a todas las trabajadoras y desempleadas, con o sin papeles, en un mismo proceso, permite considerar discursos y acciones comunes.

Durante el movimento anti-CPE en Francia, en algunas ciudades, se han creado conexiones entre estudiantes, trabajodares, migrantes y habitantes de los suburbios. Estas conexiones son notablemente expresadas en el posicionamiento de las asambleas de estudiantes contra la ley de migración CESEDA, pero también en las calles durante acciones directas y en enfrentamientos con la policía. Por supuesto, las cúpulas de los sindicatos, los medios, y los políticos se centraron sólo en la crítica al CPE, y en los ataques de los jóvenes de los suburbios contra manifestantes en París. Saben lo que pueden perder con la unión de jóvenes de los suburbios y el movimiento de resistencia: los sucesos de Diciembre de 2008 en Grecia y la cumbre de la OTAN en Estrasburgo están ahí para recordarlo. Por el contrario nosotras sabemos lo que podemos ganar: una ampliación de la crítica social y teórica, como un mayor poder. En este tema uno de los principales retos es hacer a los movimientos sociales tomar posición y entrar en acción sobre el tema de la migración. Pero para hacer estas conexiones, no es suficiente permanecer en el nivel de los debates y las ideas.

Conseguir que las revolucionarias tengan en cuenta la situación de las migrantes implica que el tema de la migración y el antiracismo son parte integrada de las luchas. Desde esta perspectiva, es necesario que los actores asuman su identidad mientras se implican en los movimientos contra los planes de austeridad, es necesario que la solidaridad efectiva se cree dentro de la lucha. Es desde una oposición radical y activa contra el sistema capitalista, que quienes lo viven y lo cuestionan, llegarán a unirse. Si esta unión puede ocurrir en movimientos amplios, también pueden desarrollarse de manera autónoma a través de acciones que apunten a objetivos conectados al capitalismo y a la crisis desde posiciones antiracista. Objetivos como lobbies financieros o laborales, instituciones económicas y gubernamentales, bancos o la cumbre europea de ministros de economía…Se trata definitivamente de hacer práctica la idea con la cual una profunda transformación de las políticas migratorias sólo puede pasar por poner en cuestión el marco capitalista en el cuál tienen lugar.

En la perspectiva de ampliar los objetivos del movimiento No Border y de los movimientos contra los planes de austeridad, en la perspectiva de aumentar nuestro poder, nos encontraremos en el No Border camp. De hecho, Bruselas alberga al mismo tiempo las instituciones europeas principales, cientos de lobbies, grupos financieros, y oficinas de multinacionales, una gran parte de los edificios gubernamentales europeos y importantes barrios de migrantes, que son ejemplos palpables de la gentrificación y, en ocasiones, de revueltas. Esta concentración de instituciones económicas, financieras, políticas y antimigratorias presenta una magnífica oportunidad para nosotras mostrar nuestra presencia y nuestra fuerza, para traer argumentos al foro público y para participar de la respueste al mundo capitalista usando la diversidad de nuestros modos de acción.

¡Disfruta de Bruselas!

Grupo autónomo “La Tercera sinfonía de Shuman”